miércoles, 24 de abril de 2019

Ahora va a haber en el mundo una persona menos que me quiere. Una persona menos que me ancle a esta vida. Una persona menos, y una demostración más de que todo mi mundo, de a poco, cambia. Antes había colores, y juegos, y sueños, y música. Ahora cada vez es todo más negro y yo no sé vivir en un mundo así ni tampoco me interesa aprenderlo.
¿Y si no fui lo suficientemente buena? ¿Y si no aproveché mi tiempo como debía? ¿Y si un día me olvido cómo eran tu cara, tu voz, las cosas que hacíamos, las cosas que me enseñaste, tenerte? ¿Si no me despedí bien? ¿Pensaste en mí, en nosotros? ¿Sabés que te queremos y que siempre lo vamos a hacer? ¿Y si un día no te pienso más?
¿Y si un día me quedo sola? ¿Y si un día ninguna de las personas que impiden que yo por fin deje que mi alma vuele, se queda?
Tengo miedo de que no estés en ningún lugar nunca más. De que nunca más pienses vos en nosotros, o que si pienses y creas que te dejamos solo. Tengo miedo de no poder ser fuerte nunca más, de no poder hacer que sigas estando orgulloso de mí.
Tus tangos. Tu radio. Tu diario Crónica. Tu Boca. Tu reloj. Tus mandados. Tus camisas con bolsillos. Tus pañuelos. Las frutas y los dulces de batata y membrillo. El asado y el vino. El chinchón y otros juegos de cartas. La caja de cartón llena de juguetes. El sillón verde y la sillita azul. El monopatín y el triciclo. Cuando me hacías las alitas del pollo porque me gustaban. Los chicles. La plaza, la calesita, la música del heladero. Los chupa. Los billetes de mentira de las golosinas. Los papelitos del circo. La lapicera que me quisiste regalar a mí, que iba a ser escritora. Cuando te jodí para que llevaras a los chinos un papel para que te anotaran nuestros nombres. Cuando me llevabas a natación. Cuando me consentías cada vez que yo me pasaba las tardes enteras merendando y mirando la tele. Todas las veces que me esperabas porque sabías que faltaba poco para que yo llegara. Cuando me ibas a ver a voley. Tus caramelos, la garrapiñada. Tus canciones, silbidos y palabras en otros idiomas inventadas. Cuando le dabas masitas a Renata. Cuando te sentabas en el patio o en la vereda a la tardecita. Cuando nos acompañabas a la parada del colectivo. Cuando armabas la pileta y nos metíamos todos a jugar. Cuando íbamos en auto y mirábamos las luces a lo lejos. Cuando jugabas conmigo a la maestra y yo te hacía repetir mil veces la firma y las cuentas largas. Todas las muñecas, el monedero, los libros que me trajeron de sus viajes. La anécdota de lo bien que te iba en la escuela y que te hacían corregir las evaluaciones de tus compañeros. Cuando me contabas que le habías pedido a los Reyes una camiseta de Boca pero te habían traído otra barata, pero que te la habías comprado años después barriendo en una carpintería, tu primer trabajo. La historia con la abuela. La colección de almanaques, en la caja de zapatos con la cartera. La cobija toda agujereada, lo único que trajiste de Córdoba. Tu Córdoba. Lo que te gustaba hacernos regalos todo el tiempo. "Bonanza". Tu locura por nosotros siempre pero siempre, hasta tus últimas palabras. Cuando te quejabas por estar despeinado. Cuando me preguntabas si había tenido alguna "prueba" y me decías que seguro me iba a ir bien porque para mí esas cosas eran fáciles. Cuánto te cuidamos.
Vas a poder vernos siempre. Todo lo que nos depare el futuro lo vas a poder ver.
Ayudame a ser fuerte, a poder estar para mamá, la abuela, mis hermanos cuando me necesiten, ayudame a no derrumbarme y a poder hacer lo posible para que sigas orgulloso de mí.
Deseo que estés teniendo un sueño hermoso, que ya no te asusten esas pesadillas. Ahora quiero que sueñes con la fábrica y tus amigos de Villa, con la abuela, con mamá, con la moto, con Boca saliendo campeón, con nosotros tres, con un asado y un buen vino, con Córdoba, con tus hermanos, hermanas, sobrinos, con el Fofi, la Renata, Colita, con muchos viajes... está bien, andá. No te olvides nunca de nosotros. Feliz cumpleaños abuelo, nos vemos.